dia 1 // Un paseo por la Raya

Fue un fin de semana espectacular, se podía haber aprovechado mejor si las fuerzas nos hubiesen acompañado pero no nos quejamos de todo lo que vimos.

Día 1
Llegamos el viernes, a mediodía, el lugar de alojamiento fue una casita rural, a 1 km de Valencia de Alcántara, un lugar paradisíaco que invitaba a tumbarte y a disfrutar del paisaje sin hacer nada más. Un encanto de sitio, rodeado de castaños y con unas vistas espectaculares.
Comimos allí con las provisiones que llevamos y nada más terminar de comer elegimos el primer destino del día, Valencia de Alcántara.

Sin duda, un pueblo precioso lleno de lugares con encanto y rincones asombrosos.Valencia es muy conocida por sus dólmenes y restos prehistóricos pero eso sólo es una parte de lo que esta ciudad guarda.
Nos adentramos en el pueblo y dejamos el coche en una plazoleta para perdernos así entre calles de gran connotación histórica.
El primer lugar que nos encontramos fue la Plaza de la Constitución, donde se encuentra a un lado el Ayuntamiento y al otro la iglesia de la Encarnación con un precioso portado gótico. Por dentro también es muy bonita, pero estaban en misa y no pudimos verla con detenimiento.

Plaza de la Constitución


Iglesia de la Encarnación



Seguimos adentrándonos en el pueblo y nos topamos con el barrio Gótico, un conjunto de calles con fachadas de estilo judío y portales de arcos ojivales con unos empedrados perfectos que daban al suelo un toque casi legendario, es la judería más grande de la provincia de Cáceres.
Llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora de Rocamador, de aspecto notorio por fuera, nos apenamos al ver que se encontraba cerrada. Ya que estábamos allí subimos al Castillo-Fortaleza, que está justamente al lado y aprovechamos para tomar algunas fotos y disfrutar de las vistas al pueblo.


Seguimos caminando por el barrio judío, deleitándonos con pórticos ojivales hasta llegar a la Sinagoga que, desafortunados nosotros, también estaba cerrada. Se nos echaba la noche encima y decidimos volver pues, el fin de semana no había hecho más que empezar y llevábamos ya unas horas andando.

Para otro viaje quedarán la Ermita Nuestra Señora de los Remedios, la de Valbón, El acueducto o el Pontarrón que bien merecen la visita.

Ntra. Sra. de Rocamador Barrio Gótico




Día 2
Sábado por la mañana, nos levantamos temprano y hace buen tiempo, hoy nos decidimos a pasar al otro lado de la frontera, Marvão es nuestro destino hoy y vaya, no nos equivocamos.
Recorremos los 12km que nos separan pasando por Portagem y siempre con la vista clavada en la villa de Marvão, que siempre está visible gracias a los casi 900 m de altitud a los que se encuentra. Llegamos al pueblo y un arco fortificado nos recibe, a partir de ahora, el tiempo parece retroceder hasta pararse para recorrer un pueblo marcado por el ambiente medieval y su máximo cuidado hacia los jardines y fachadas repletas de flores.

Entrada en Marvão


Vistas desde Marvão El "Castelo"



Decir que es un pueblo pequeño en el que apenas viven 170 personas, pero que es uno de los lugares más impresionantes que se pueden ver por esta zona es innegable. Murallas, miradores, cañones, torreones... lo tiene todo para sentirte como en la edad media. Talleres de artesanía y una hospitalidad digna de elogio completan los alicientes para no olvidar esta visita.
Llega la hora de comer y las fuerzas ya están un poco justas, buscamos una terracita para refrescarnos y descansar un poco los pies. Después de unas “garrafas” de Super Bock pedimos la comida, Carne do porco a la Alentejana, Cabrito asado y el mejor Bacalhau dourado que había probado hasta la fecha conformaron una estupenda comida, que terminó con unas copas de Beirão y un mus de chocolate que quitaba el sentido.

Hacemos un breve recorrido por la parte baja de la muralla y tornamos rumbo a casa. De camino entramos en San Pedro de los Majarretes, con la única idea de reservar mesa para comer al día siguiente, pues nos habían dicho que su Convento-Restaurante era todo un placer para el paladar, aunque, después de estar allí y ver los precios, desistimos y pensamos que era mejor no aventurarnos a una comida que podría suponernos un gasto excesivo.
Retomamos el camino a casa y, tras un breve paso por las casas decidimos hacer una de las muchas rutas hacia los dólmenes que hay en la zona. Son las 6 de la tarde, hace bastante calor y llevamos una nevera para tomar algo.Las rutas están bastante bien señalizadas, las zonas muy limpias y los dólmenes bastante cuidados. Yo os recomiendo la visita de algunos de ellos. Nosotros hicimos la ruta de Los Mellizos y dado el calor que hacía y que alguno de nosotros ya iba un poco cansado decidimos que era bastante por ese día. Así que, regreso a casa, ducha, cena y a descansar para el día siguiente.

Dólmen de Los Mellizos



Día 3
Nos levantamos más tarde que días anteriores y nos costó decidir cual sería el destino de hoy, al final, tras algunos titubeos, decidimos acercarnos a Castelo de Vide, en Portugal, a 17 km de la frontera. Dado el poco tiempo que teníamos tuvimos que prescindir de visitar Portagem y las ruinas de Amaia, incluso en Castelo de Vide no encontramos los menhires.
Castelo de Vide te sumerge en el Portugal profundo, es otro de los pueblos que te hace sentir que el tiempo aquí marcha más despacio. Subimos al castillo que da nombre al pueblo y nos encontramos que estaba en obras y sólo uno de los torreones era visitable, una verdadera pena porque tenía todo muy buena pinta. Detrás de la fortaleza se escondía el barrio gótico que sirvió de refugio a los judíos expulsados de España y que estaba formado por las típicas callejuelas estrechas y fachadas adornadas con rosales y enredaderas. Bajamos por una calle empinada por la que accedimos a la Sinagoga (una gran decepción) y bajando aún más nos encontramos con la Fuente de la Villa, esculpida en piedra.

Castelo de Vide Fuente de la Villa



Una vez allí, foto de rigor y vuelta al coche, era la hora de comer y teníamos que recoger las cosas para dejar la casa.

De vuelta, paramos en Alburquerque, nos asombramos de su precioso castillo y coincidimos en que ese sería nuestro próximo destino.

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